6 de cada 10 mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe han sufrido violencia de género
En América Latina y el Caribe, la situación de las mujeres afrodescendientes en cuanto a la violencia de género es alarmante y compleja. Según el informe de la Recomendación General Nro. 5 del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI), seis de cada diez mujeres afrodescendientes han sufrido alguna forma de violencia de género. Esta cifra es un reflejo de la magnitud del problema y de la intersección de múltiples factores de vulnerabilidad que afectan a estas mujeres debido a su género y raza.
Las mujeres afrodescendientes en la región enfrentan una triple discriminación basada en su género, raza y situación socioeconómica. Este tipo de discriminación aumenta su exposición a diversas formas de violencia, desde la violencia física y sexual hasta la violencia simbólica y psicológica. Estos actos violentos son manifestaciones de machismo y de racismo arraigado, que perpetúa estereotipos negativos sobre las mujeres afrodescendientes.
Las condiciones de pobreza, la exclusión social y la discriminación estructural son elementos que agravan la situación de las mujeres afrodescendientes. Muchas de ellas se ven obligadas a trabajar en empleos precarios y mal remunerados, como el trabajo doméstico no regulado, lo que las expone a abusos laborales y violencia. Además, enfrentan mayores dificultades para acceder a servicios básicos como educación, salud y vivienda, lo que limita sus oportunidades de mejorar sus condiciones de vida y las hace más vulnerables a la violencia.
Dentro de sus comunidades, las mujeres afrodescendientes también sufren violencia intrafamiliar y comunitaria, en gran parte debido a los estereotipos étnico-raciales y de género que se reproducen en estos entornos. Esta violencia se ve exacerbada por la falta de acceso a mecanismos de denuncia y protección, lo que perpetúa el ciclo de violencia y marginalización.
Las mujeres afrodescendientes que participan en la defensa de sus derechos y los de sus comunidades enfrentan un riesgo aún mayor de violencia. La violencia política es una herramienta utilizada para silenciar y castigar a las mujeres que alzan su voz contra la discriminación y el racismo. En muchos casos, las autoridades locales son cómplices de esta violencia, lo que hace que las víctimas tengan poca o ninguna protección.
La realidad que enfrentan las mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe es un reflejo de las profundas desigualdades que persisten en la región. Para abordar eficazmente la violencia de género que afecta a estas mujeres, es esencial adoptar un enfoque interseccional que reconozca y aborde las múltiples formas de discriminación que enfrentan. Solo a través de la implementación de políticas públicas inclusivas y la participación activa de las mujeres afrodescendientes en la toma de decisiones se podrá avanzar hacia una sociedad libre de violencia.