Racismo y discriminación: retroceso tras cierre del Inadi en Argentina
El reciente cierre del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) en Argentina por parte del gobierno del presidente Javier Milei ha provocado una alarma sobre el persistente problema del racismo estructural en el país. Este cierre pone de manifiesto la preocupante imposición del mito de una nación blanca descendiente de europeos, que margina a afrodescendientes, indígenas y personas no blancas en general.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, justificó la polémica medida argumentando que el Inadi había estado dirigido por funcionarios de dudosa idoneidad y que era parte de una "rosca política" que no contribuía en un país empobrecido, privilegiando el "empleo militante". Sin embargo, estas declaraciones no desmerecen la importancia de la labor del Inadi, que durante 28 años ha trabajado para elaborar políticas nacionales contra la discriminación, la xenofobia y el racismo, promoviendo una sociedad diversa e igualitaria.
Las estadísticas revelan la persistencia de la discriminación en Argentina. Según una investigación del Inadi, el 72 % de los encuestados afirmó haber sido víctima de algún acto de discriminación, lo que representa un aumento con respecto al 65 % registrado en 2013. Los ámbitos donde más se manifiesta la discriminación son el educativo, el laboral y la vía pública, entre otros.
El racismo estructural es un problema subyacente que se manifiesta de manera sutil pero omnipresente en la sociedad argentina. Aunque la información específica sobre racismo es escasa, se observa una desnaturalización de la jerarquización social como base del racismo estructural. Este fenómeno se remonta a la colonización española, que estableció una jerarquía de clase basada en el color de piel, cuyos efectos perduran hasta hoy.
A diferencia de otros países latinoamericanos que celebran la diversidad racial, en Argentina persiste una noción de homogeneidad étnica, a pesar de la presencia de comunidades afrodescendientes, indígenas y extranjeras. Las expresiones racistas, como el insulto "negro de mierda", son lamentablemente comunes en la sociedad argentina, tanto en espacios públicos como en redes sociales.
La prensa también juega un papel en la perpetuación del racismo estructural, con titulares y frases con contenido racista que estigmatizan a ciertos grupos étnicos y políticos. Es fundamental reconocer y abordar este problema para construir una sociedad más inclusiva y equitativa.